18 de febrer del 2010

La hija del Marionetista

Habla la leyenda de un famoso marionetista, creador de las más bellas y perfectas marionetas jamás existidas, en todas y cada una de sus creaciones volcada todo su amor y saber, las hacía con cariño y paciencia, corrigiendo cada uno de los rasgos o detalles que pudieran parecer le imperfectos en sus preciosos títeres, sin embargo, esa gran fama bien merecida era apartada por el rumor de su locura, él afirmaba que sus marionetas tenían alma, el alma de aquellas personas tan queridas para él que representaban, le hablaban, le acompañaban y le cuidaban igual que lo hicieron en vida.
Esta demencia del marionetista se achacaba al accidente que le había arrebatado a su esposa y su hija, las dos personas más queridas del hombre, sus almas, aseguraba él, vivían en las replicas en forma de marioneta que había creado para ellas, y afirmaba también, que solo aquellos limpios de alma y corazón serían capaces de apreciar la belleza de los títeres y de las almas que en ellos moraban…
La dulce melodía de la ocarina sonó en el valle, el sol se ocultaba tras las montañas y los últimos rayos se reflejaban en la superficie del calmado lago, el cielo observaba mientras esbozaba el contorno de las nubes de un azul violáceo casi hipnotizante, el ocaso se proyectaba sobre el lugar y la tranquilidad podía sentirse en el valle.
¿No crees que es precioso Ziva?-El muchacho, sentado a los pies de un enorme árbol, acarició al pequeño felino, que emitió un suave ronroneo y de un saltó subió a las piernas del chico, que sonrió y lo acarició de nuevo-.
Un leve ruido desvió su atención hacía el lago, de este, como una perfecta ilusión, surgió lo que él pensaba la silueta de un bello ángel, que, con paso lento, se acercó, unos ojos ámbar profundos e inquietantes reflejaban su mirada, el cabello largo y oscuro como el azabache, caía como una fina cascada por su espalda. La joven caminó despacio y extendió sus finas y delicadas manos sobre las del chico, su piel era clara, casi en extremo, pero el joven sintió una enorme calidez al tocarla, una sonrisa se deslizó en los labios de la chica antes de hablarle, con una voz tierna y musical.
-¿Podrías tocar de nuevo por favor?-Susurró cuando estuvo cerca del chico.
-¿Quién eres?-Preguntó este, hechizado por la dulzura de la chica, esta se rió levemente y se sentó junto a él a los pies del árbol-.

Siento mi descortesía, soy la hija del marionetista-Aclaró ella con una sonrisa-Me llamo Hannah

-Yo soy Dan, he llegado al pueblo hace dos días, encantado de conocerte-Se presentó, y después comenzó a tocar de nuevo esa dulce melodía con su ocarina mientras el atardecer caía tras las montañas-.

Durante meses se vieron, se conocieron más y más, compartieron los momentos más agradables, los recuerdos más entrañables Dan los disfrutó junto a ella, se sentía arropado por su calidez y su ternura, cada vez que la veía su corazón rebosaba alegría, cuando le daba la mano, su alma se llenaba de felicidad, y su amor por ella creció y creció hasta que no pudo contenerlo más.

Se miró al espejo por última vez, castaño, ojos zarcos, más o menos alto podría decir, se mordió el labio algo dudoso.

-¿Tu que crees Sue?-Preguntó mirando al felino, que maulló en lo que parecía ser una aprobación, el joven sonrió y cogió un pequeño ramo de rosas del escritorio, se despidió de la gatita acariciándola levemente, se atusó un poco la ropa y se dirigió hacia la casa del marionetista sonriente-.

Tocó a la puerta varias veces, pero nadie le contestó.

-¿A quién buscas chico?-Un hombre se alejaba de la casa cargado de bártulos y bolsas, se volvió sin soltar las cosas y le preguntó con voz tosca y grave-.

-A Hannah, la hija del marionetista, ¿sabe donde ha podido ir?-Inquirió el muchacho acercándose al hombre, que le dedicó lo que parecía ser una sonrisa de soslayo-.

-Yo soy el marionetista muchacho, y mi hija murió hace mucho tiempo ya-Dan se quedó sin respiración, ¿acaso la chica que tanto amaba solo se estaba riendo de él, era solo una vana ilusión lo que había vivido durante todo ese tiempo? Sintió un enorme vacío apoderarse de su alma y una gran desolación arrasó su corazón, las ganas de llorar, de gritar, lo invadieron, no era verdad, su amor no podía ser una ilusión, la ruda voz del marionetista lo devolvió a la realidad, ya se había puesto en camino de nuevo y se había alejado del chico, de nuevo se giró y le habló-¿Estás seguro de que no has jugado con alguna de mis marionetas en tu sueño?

El chico quedó desconcertado, y comenzó a correr sin rumbo tirando las flores a los pies de la casa de la joven, cuando se dio cuenta, había llegado al valle, sin aliento para sostenerse derecho, se sentó en el árbol donde por primera vez había hablado con ella, sin poder evitar que las lágrimas brotasen de sus ojos al recordar tantos buenos momentos a partir de ese día, lloró durante mucho tiempo a su parecer, se lamentaba a cada minuto que pasaba por no poder verla de nuevo.

-Dan…lo siento mucho…-El joven levantó la vista, allí estaba, su bello ángel había vuelto con él, y en sus manos sostenía el ramo de rosas que había tirado antes, con delicadeza, la joven separó una de las rosas y se la entregó a él-No puedo separarme de mi padre, y tampoco de mi marioneta, pero te prometo que volveré, esa rosa que te acabo de dar debe volver a formar parte de mi ramo, así que debo regresar a por ella…¿Me esperaras?

Dan se levantó y abrazó a la chica tan fuerte como le permitieron sus fuerzas, susurrando un débil “si” como respuesta, se separó de ella y con su mano acarició el rostro de la muchacha, las lágrimas caían por sus mejillas, pero el joven las secó con un beso, el beso mas delicado y dulce que nunca pudo pensar, cuando se separó la miró a los ojos.

-Te esperaré, tardes lo que tardes, aunque tenga que esperar toda la vida, no me importa, cuidaré de esta rosa y la protegeré, hasta que vuelvas para que pueda protegerte a ti…

La hija del marionetista desapareció entonces igual que había aparecido, mientras el marionetista se alejaba del pueblo con paso lento. Dan se sentó entonces, dejando la rosa junto a él, y empezó a tocar con la ocarina la dulce melodía que a ella tanto le gustaba, que ahora mas que dulce, sonaba nostálgica y triste, mientras el tardecer sucumbía tras el valle.

Tiempo después supo el joven de la leyenda del marionetista, y cuando lo supo sonrió, había entrado a formar parte de una leyenda sin saberlo. En el lugar donde se sentaba a tocar crecieron pequeñas rosas que florecían cada año, renovando sus esperanzas de ver a Hannah.

Incluso ahora, años después, cada día, al atardecer, se escucha en el valle la melancólica melodía de la ocarina de Dan, que espera aún a que su amada vuelva a por la rosa, para poder ser felices al fin juntos.

3 comentaris:

lamagistradixit ha dit...

Un text genial, ben escrit i una història potent!!! és tot teu?

lamagistradixit ha dit...

No no és teu, ja ho he vist...has de citar l'autor quan posis un escrit d'algú altre...de totes maneres és una història bona

lamagistradixit ha dit...

EiKo qui és?